Cierra los ojos externos, abre los ojos internos y conócete profundamente.

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Entre más conozcas tu interior, será más fácil ver dentro de ti lo que necesita ser cambiado.


Mucha gente ama orar y hablarle a Dios, pero pocas se mantienen en silencio para escuchar las respuestas que les presenta. De nada vale orar si huyes de la respuesta, de la vida misma.


Aprende a ver con el alma y escuchar con el corazón lo que está dentro. Nadie es perfecto, todos necesitan un cambio, porque el cambio es la clave para la transformación. Y cuando esta transformación supera tu antigua versión por una mejor, en hábitos, acciones, actitudes y pensamientos. Ella se convierte en tu propia evolución. En tu crecimiento.


Cuando entendemos que nuestros pensamientos controlan nuestra vida, y qué lo único que tenemos que controlar es nuestra manera de pensar, adquirimos un poder que es casi milagroso. Esta conciencia nos da enormes posibilidades de mejorar la calidad de nuestras vidas y liberarnos del miedo, la rabia, la tristeza; no porque no te ocurran, sino porque ya no te controlan.


Recuerda: el miedo (por ejemplo), así como todas las demás cosas en las que creemos, son solo pensamientos, y los pensamientos pueden ser cambiados.

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