No me convienes, por eso me voy, ¡adiós!

Miedo en una mujer

Me alejo de ti porque no le convienes a mi mente ni a mi corazón, porque dañas mi alma y eso… no me gusta. 


Te dejo partir y te deseo lo mejor, porque no quiero guardar feos rencores; no quiero que mi voluntad se inunde de sentimientos que solamente me dañan a mí.


Creía que eras un amigo, un buen vecino, un buen amor o un buen compañero de trabajo… pero al final mandó el tiempo, el que nos va marcando el día a día y he ido sintiendo como solo aportabas negatividad a mi vida y yo… yo me aprecio, me estimo, me quiero y porque dicen que “la caridad bien entendida empieza por uno mismo” no quiero, ni debo, ni puedo “seguir bailándote el agua” como un joven lazarillo que sigue a su despótico amo…


Porque a estas alturas he entendido que no me importa lo que piensen de mí, porque solo me importa sentirme bien conmigo mismo sin dañar a nadie… así es que me alejo
“cantando bajito”… son discusiones, sin peleas, sin malos entendidos…


Siempre te respetaré, porque el respeto forma parte de la manera en que entiendo la vida. De nada me sirve y nada me aporta mirarte con malos sentimientos. No quiero eso para mí, porque eso solo ensucia y endurece mi alma…


Por eso y porque no me gustan las guerras ni las armas ni los combates en el que siempre sale alguno herido, me voy en son de paz. Así me siento más feliz, siento que mi alma está limpia y sin rencores.


Solo quiero rodearme de aquello que me aporta felicidad. No quiero hacer nada por
“compromiso”, a partir de ahora el compromiso lo tengo conmigo mismo… ¡el compromiso de ser feliz!


Pero sigue tú tu camino que yo seguiré el mío. 

Artículo Anterior Artículo Siguiente