Implica ir, y ver los aspectos nuestros qué tal vez no nos gusten tanto.
En algunos casos, incluso; puede que sean aspectos que aun no conocemos en nosotros. Reconocer aspectos del ego, admitir que se tiene, es lo que nos hace poder transformarlo y trabajar en él.
Todo trabajo de vida debe ser sobre sí mismos. Porque debemos reconocer que cuando sentimos el enojo (por usar un ejemplo), no es algo que va pasando afuera. Algo de afuera lo estimula, pero esa sensación está dentro nuestro y debe ser conocida, analizada, amada y transformada.
El veneno que sientes, te envenena a ti. Debemos ser más empáticos, más flexibles, más dóciles, sin qué esto ultimo se entienda por ingenuidad.
Cada persona tiene sus desafíos, sus asuntos internos, sus mochilas del pasado. Si le damos amor a eso, habrá amor para dar a los demás. Desde la amabilidad, la paciencia, el cuidado.
Parece sencillo de entender, y es tan complejo. A veces se cree qué desde la dureza de las acciones, vamos a tener el control, que desde la ira o la rabia, se puede tener el control. Sin embargo, en el momento en que las acciones parten desde estas emociones, se ha perdido totalmente el control.
Conozcamos nuestros ser, nuestros pensamientos, emociones, vayamos a sus orígenes, entreguemos luz a nuestras sombras y comenzaremos a equilibrar algo en el interior.
La única víctima de las emociones densas, es la persona que les da lugar dentro de sí a que estas se manifiesten. Obsérvate, transformarte.
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