10 Peligrosos tratamientos de belleza que se hacían en el siglo XIX

Entre todas las curiosidades que tienen que ver con la época victoriana, no faltan las que se asocian sobre todo con numerosos aspectos de la vida de las mujeres.


mujer siglo XIX


Al igual que otros períodos históricos, éste también abundaba en consejos, inventos, tratamientos e ideas que se creaban con el único fin de hacer que las damas se vean más bellas, frescas, atractivas y coquetas. Eso sí: algunos de estos tratamientos, además de eficaces, eran realmente mortales.


1. Para purificar la sangre: Aunque la tuberculosis que cosechaba  en el siglo XIX les provocaba terror a las damas de la época victoriana, también influía en el cambio sobre belleza femenina de aquel entonces. Las mujeres enfermas se veían vulnerables y frágiles, su piel blanca  y eso enloquecía a los hombres, por lo cual muchas mujeres sanas empleaban tratamientos peligrosos para obtener el mismo aspecto. Para ello, comían solamente las porciones de comida necesarias para seguir vivas, complementando las raciones con... carbonato amónico.


2. Para unos rulos perfectos: Por más que cueste creerlo, los rizadores para el cabello no son un invento reciente. Los primeros rizadores se hacían de metal y se calentaban sobre las llamas de fuego, por lo cual, -usadas de manera inadecuada- muchas veces terminaban destrozando las melenas de las damas y provocando calvicie incluso en las personas jóvenes.


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3. Para adelgazar: Los corsés, corpiños y cintas ajustadas que tan de moda estaban en la época de la reina Victoria, requerían de las mujeres unos verdaderos sacrificios. Al fin y al cabo, para lucir perfectas, las chicas tenían que obtener y mantener siluetas delgadas. Con el fin de poder presumir de unas cinturas estrechas, muchas no tenían problema con ingerir pastillas de lombriz solitaria. Gracias a ellas bajaban de peso rápidamente, aunque su salud empeoraba de un día para el otro...


4. Para verse mejor: Por más que la cirugía plástica sea una rama de medicina relativamente nueva, las mujeres que vivían en la época victoriana también tenían sus trucos para cambiar el aspecto de las partes del cuerpo que menos les gustaban. Muchas de ellas, descontentas con el aspecto de sus narices, apostaban por el uso de "moldeadores" maquinitas de metal que aplastaban su cartilagio blando, dejando la nariz de una más fina y recta.


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5. Para vestirse: Utilizaban Accesorios impregnados con arsénico. El verde esmeralda o verde de "Scheele" fue un tono bastante popular para los vestidos y accesorios del cabello durante la era victoriana. Ese tono tan particular se lograba con una mezcla tóxica, y a veces letal, de arsénico y cobre


6. Para atraer con la mirada: Otro rasgo característico de las personas que padecían de tuberculosis eran las pupilas dilatadas y los ojos brillantes. Para obtener el mismo efecto sin caer enfermas, muchas mujeres empleaban las gotas de belladona. Aplicadas en los ojos les aseguraban el look tan deseado, aunque también afectaban la salud de las damas causando graves inflamaciones, erupciones, ceguera o irritación intestinal.


7. Para "mejorar" el aspecto de la piel: Uno de los trucos más morbosos, relacionados con la belleza mujeril, lo conocimos gracias a Lola Montez: una de las escandalistas más conocidas de la época victoriana. La mujer (cortesana del rey Luis I de Babiera) aseguraba de que los baños de arsénico suponían una solución perfecta para mejorar el estado de la piel. Por más peligrosos que fuesen, las duchas venenosas de verdad funcionaban, e incluso creaban cierta resistencia al veneno en cuestión.


8. Para lucir más bella: Aunque las mujeres victorianas apostaban por el aspecto natural y fresco, esto no quiere decir que hubieran prescindido del uso de los cosméticos por completo. De hecho, se servían de algunas sombras de ojos y cremas, aunque no se daban cuenta que el plomo y mercurio (que eran unos de sus componentes) podían provocarles incluso la muerte.


9. Para combatir mal aliento: No había nada mejor que tomar una solución preparada a base de amoníaco y agua. Según las "especialistas" de aquel período, dicha mezcla prevenía la caída de los dientes y cuidaba del aliento de las mujeres. Además, para obtener una sonrisa hermosa, se recomendaba cepillar los dientes con pan quemado o carbón.


10. Para deshacerse del vello corporal: Desde luego, no se utilizaban las cuchillas. Las chicas jóvenes preferían servirse de una pasta de cenizas de madera o de cloruro de calcio, que se solía utilizar para blanquear las telas. A pesar de que las advertencias ponían que, si se dejaba sobre la piel por mucho tiempo, el compuesto químico podía quemarla por completo, montones de mujeres confiaban en este método y estaban dispuestas a sufrir para poder lucir más bellas.


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Si no tuvieras las herramientas de ahora ¿Usarías alguno de estos tratamientos?

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